con la vista fija en las sombras
pálidas de sus pulgares juntos en la creciente oscuridad, tomó una larga
bocanada de aire y dijo en voz baja:
—Y yo juro no descansar hasta que sea mío.
Una ráfaga de aire frío sopló a través del cementerio...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario